lunes, 3 de marzo de 2014

Rapunzel

     Hoy celebran Carnaval en el colegio y a las niñas les está permitido ir disfrazadas. Siendo un colegio de féminas, es lógico que haya muuuuuchas, muchísimas princesas de las más variadas especies y estilos. Mi hija no iba a ser menos y tenía clarísimo que quería ser su personaje favorito, Rapunzel. Bueno, no me vuelve loca la idea porque hubiera preferido salirnos del patrón con algo menos principesco, pero, teniendo en cuenta la falta de tiempo y que mi máquina de coser sigue confinada en una caja, me valía por esta vez la elección... Sí, ya, ya sé que es la niña la que se viste y que yo no tengo vela en ese entierro... pero a veces las mamas tenemos ideas geniales y únicas que ellas acaban disfrutando aún más.
     Bien, pues para Rapunzel teníamos unos vestidos preciosos que le regaló mi hermana cuando la visitamos en San Diego en las Navidades del 2013. Margui se decantó por el vestido morado porque es muy especial para ella: con él cumplió su sueño de ir a Disney.




     Sin embargo, yo tenía la necesidad tremenda de hacer algo... de darle un toque casero y manual al disfraz... Y por suerte, a Margui le gusta mucho que le haga cosas y estuvo de acuerdo en que le hiciera una trenza laaaaaarga de lana. La idea no es mía sino que seguí un tutorial muy sencillo que tenía guardado. Decidí que la trenza tenía que ser del color de su pelo y nada de rubio chillón por mucho que nos desviáramos de la Rapunzel original. Al final, por 3 euros teníamos una trenza preciosa, con flores del fieltro pegaditas, y rematamos con flores y horquillas que teníamos en casa.
Ha sido un éxito y todas las niñas admiraban el pelo de mi Margui. Ella tímida y algo avergonzada por la expectación que causaba su trenza, estaba feliz. De eso se trata.






lunes, 10 de febrero de 2014

Bizcochitos de soletilla

     Que me gustan los fogones es un hecho. Y que la repostería me divierte mucho, también es obvio. Pues bien, dentro de esta sana afición, una de las cosas que me obsesiona hasta la médula es aprender a hacer todas aquellas recetas tradicionales de la cocina andaluza y española. En Holanda tenía necesidad de retener los sabores y aromas de mi casa, y por eso empecé a coleccionar libros y recetas, a apuntar lo que sonsaco a mis mayores, y a guardar como oro en paño las recetas que marcaron mi infancia para algún día pasárselas a mi niña (los mustios de pollo de la abuela, las almejas con vino, las lentejas de Laura, el tocino de cielo de mi tía...).
     Uno de los dulces que más éxito tiene en casa son los bizcochos de soletilla. La receta es de la maravillosa Pamela, de Uno de Dos. ¿Qué si están ricos? ¡Están más que ricos!... El blog de Pam es una constante fuente de inspiración y sus recetas nunca me fallan (como Sonia y su L'Exquisit).


     A mi Margui le encantan las soletillas. Las come a bocaditos pequeñitos, se relame, las huele, suspira... Cada vez que las sacaba del horno, llamaba a mi madre para contárselo y ella me preguntaba, una vez más, cómo las hacía. Yo se lo contaba con pelos y señales de nuevo, y ambas acordábamos hacerlas la próxima vez que estuviéramos juntas en Sevilla. Nunca llegué a hacérselas, ¡con lo que le hubieran gustado! 






    Pero hay alguien más a quien también le gustan las soletillas... ¡a nuestra gata Aurora! La última vez que los hice, a la gata ladina le faltó el tiempo para probarlos mientras se enfriaban... ¡ y qué coraje me da encontrar mis dulces mordisqueados! Ella, por supuesto, pone cara de no haber roto un plato... 




domingo, 9 de febrero de 2014

Un rincón

     En mi otra vida, después de construir un nuevo hogar con los escombros que quedaron, después de reinventarme y ponerme mi coraza de ironwoman, tuvimos un rincón donde mi niña y yo pasábamos horas dando rienda suelta a nuestra imaginación, dibujando, cosiendo, modelando... 

     Nuestro nido lleno de color, el que antes fue su cueva. Allí nos sentíamos felices y no recordábamos que antaño fue ocupado por otro. Cuando hacía sol, la habitación era pura luz. Cuando llovía, escuchábamos la música de las lágrimas del cielo. Cuando la primavera llegó, abríamos el balcón para ver nuestras flores... Nuestro rincón...


     Mi madrecita me regaló unos cuantos libros de costura y manualidades, para arrancarme una sonrisa y empujarme a la normalidad en medio de la hedionda locura que nos rodeaba...


     En ese cuarto nació el bolso que acompaña a mi Margui a todos lados, un bolsito con puntadas de amor que dicen que ella y sólo ella es la dueña de mi corazón... a compartir con mi vieja querida, la luz de mi vida.


     En mi Pinterest guardo mil y una idea para hacer que me inspiran. Uno de ellos era este patrón, bien explicado y relativamente fácil de hacer. El resultado, un bolso de tamaño perfecto para una niña de 6 años, ni grande ni pequeño, con suficiente sitio para llevar su cuaderno y sus lápices, su merienda, sus muñequitos, allá a donde vamos, sea el avión, sea un bar, sea el cole...